viernes, 27 de junio de 2008

De la frustración

Lo habrán dado en Didáctica General, todo indica que va a ser tan embolante y poco útil como los otros, pero no importa. No puedo evitar acercarme a todo texto, cualquiera que sea, con esta vieja reflexión, casi un dicho, que dice que hasta un reloj detenido tiene razón dos veces al día.
Y algunas cosas de los primeros párrafos prometen, el análisis del "síndrome del salvador" (según el cual toda propuesta metodológica más o menos coherente es saludada por una horda de imbéciles como una salvación definitiva para nuestras vidas docentes para después ser ofrecida a su desgaste contra la realidad de las aulas y, finalmente, demonizada como responsable de todos nuestros males) es atractivo. Incluso pega una muy buena frase al cierre, que resume todo eso y lo generaliza de forma bastante sugerente, de esas que uno pondría de subnick en el messenger o que podría bien robarse para la columna de la derecha (lo que hay ahora es de Salinger, por cierto):
Es tedioso ver cómo se acoge al salvador del momento con esperanza y ansiedad, luego se lo ataca y finalmente se lo trivializa.

Después, claro, empieza la decadencia y el barro, los ejemplos artificiales repletos de esas propuestas que sobreestiman demasiado al alumno medio, con diálogos entre supuestos niños de diez años que fallarían con los de dieciocho, la atención decae, y para dar el golpe de gracia al dolor de cabeza se le suma la reunión familiar que empieza en el momento oportuno para dejar a Mr. Perkins para peor momento.

miércoles, 25 de junio de 2008

Arte de la poetría e gaya çiençia


Ya veo esto (y, sobre todo, el prólogo que sigue, que si alguien tiene la paciencia de leer el facsímil se anuncia al final) por todas partes.

viernes, 20 de junio de 2008

I actually happen to be weary

Mientras intento que mis ideas pasen de las posibilidades amplísimas de ingreso a la información que tiene una red conceptual (arma de doble filo si las hay) a la linealidad de un trabajo monográfico que está llevando mucho, pero mucho, pero mucho más tiempo del debido, no viene mal una pequeñita selección musical. En otro momento, con más ganas de seguir enterrando este blog en su propia ilegibilidad (y con más tiempo, claro), habría posteado mis propias versiones de estos temas.
El criterio es: canciones para aullar cuando se llega a cierto estado de saturación con la realidad.

Radiohead - "Yes I am"


Blindmelon - "Change"


Los Piojos - "Te diría"


Creo que ya a esta altura no debería necesitar repetirlo, pero si se hace click en la florcita del reproductor se va a una página de download


Actualización: No sé qué pasa con DivShare, que está provocando problemas con algunos archivos. Volví a cargar algunas cosas para ver si se soluciona.

domingo, 15 de junio de 2008

sábado, 7 de junio de 2008

Deuda vieja

Antes de decidir que tal vez no valiese demasiado la pena continuar con mi tacho de palabras, dejé algunas tareas pendientes. Tal vez no sea mala idea retomarlas ahora, que retomo el espacio como quien encuentra un cuaderno viejo atrás de un mueble.
La primera de ellas, entonces, se la debo al librito de la foto, adquirido hace tiempo en las mesitas que pone Mac Pancho en la vereda de Puan, directamente de su autor, y leído casi de inmediato. No pude encontrar la forma de acercarme a comentar algo sobre este tomito breve enseguida. Al menos no por escrito.
Lo primero para decir es que llamar a esto novela es una provocación. Más allá de cualquier intencionalidad. Presente Gourmet evidentemente es un librito que se escapa por todos los costados posibles de la clasificación: demasiado breve, demasiado falto de ese grado mínimo de unidad necesario, demasiado cerca de lo poético para ser una novela. Cuando, poco después de haberlo leído, la casualidad me llevó a comentarios fragmentarios sobre este texto (la mayoría surgidos de lecturas públicas del mismo SMO, que realmente muestra un empuje envidiable a la hora de autopromocionarse), me sorprendió no encontrar nada al respecto. Sospecho que estamos todos demasiado acostumbrados a las sintomáticas transgresiones genéricas que nos dejó el siglo XX, tanto como para perder de vista cuando las clasificaciones nos empiezan a pedir a gritos que nos paremos a pensarlas de nuevo.
Dejando este punto irresuelto (se le podría robar el término "antilibro" a Richard Zenith, forjado a propósito de mi bienamado Livro do Desassossego, pero tampoco cierra), nos encontramos con un texto que, pensándolo en frío, debería atentar contra la paciencia de casi cualquier lector. No tiene puntos de apoyo, todo en él parece ir contra la corriente: la coherencia se quiebra a cada rato en las ondas de una conciencia mareada, la trama no existe más allá de la posible reconstrucción de una secuencia de pequeños fracasos banales tapados de líquidos y de humo, y hasta las normas gráficas más simples (¿a propósito o no? en todo caso funciona) son objeto de transgresión. Y aún así se sostiene.
Pensándolo bien, no resulta tan raro que de entre los comentarios leídos por ahí lo que suela rescatarse sea el tema, la referencia a cierto ámbito sólo posible antes de Cromañón. Es el único marco posible, el único punto obvio de la obrita: hacer un texto formalmente transgresor sobre un personaje que lo sea de la forma más vulgar y tópica que sea posible pensar, un adolescente tardío que no puede mantener un trabajo por mucho rato, que tiene los métodos de conquista más pedorros (iba a poner varias palabras más académicas, pero ninguna era tan precisa) del universo y que se la pasa buscando maneras de quebrar. Lo otro, ese plus que se forma con la manera de fundir ese tema con un trabajo de lenguaje muy particular y bastante logrado, eso se escapa, elude cualquier intento de poner en palabras algo que realmente le haga justicia.
Ciertamente no terminó siendo uno de mis libros favoritos, pero aún así se mantiene como una lectura interesante.

domingo, 1 de junio de 2008

Temas de ayuda

Nueva máquina (de mi hermana, no mía), intento fallido de conseguir que nos ande un router. Que, por cierto, se comportó durante las primeras cuatro horas como un artefacto decente. Tanto que, al principio, creímos que se había caído la conexión a Internet, cosa que no sabemos bien por qué en casa pasa todos los santos sábados, al menos por un rato.
Como esta mañana la cosa seguía, llamamos a Fibertel. La conversación fue terriblemente parecida a esto: