domingo, 12 de agosto de 2007

No-noticias de antes de anteayer

Jueves, mediodía, colectivo 105, el sopor de volver de un trabajo para almorzar en casa y seguir de largo al próximo. Por donde yo lo tomo, allá lejos y en el centro, suele tener asientos vacíos todavía. Tomé el de la ventanilla de un asiento doble, y por primera vez en un tiempazo me dediqué a reescuchar Revolver, esta vez en ese artefacto pequeñito que aparece más abajo. Tuve apenas la vaga conciencia de que alguien se sentaba al lado mío.
Para cuando llegamos a Once, lo insólito: una leve presión en mi costado. Miro: una adolescente a la que tengo vista, una chica darkie con la mochila negra bordada de mostacillas que suele tomar el bondi en la misma parada que yo. Completamente dormida, se había acomodado en su inconciencia sobre mi hombro. Sonreí y traté de no moverme, con un sentimiento de ternura que se me está haciendo raro. Siempre me pareció que dormir representa uno de los mayores estados de indefensión de un ser humano, y que por lo tanto dormirse sobre alguien es una suerte de acto de entrega, de confianza, un pacto tácito que no se hace con cualquiera. Hay una larguísima lista de gente que conozco y que me cae extraordinariamente bien sobre la que jamás pensaría en dormirme, así que imagínense sobre un extraño. Y la conciencia de que todavía exista gente capaz de inconciencia y falta simpática de tacto en Baires me hizo sentir terriblemente extraña, me hizo preguntarme hace cuánto que me convertí en otro ratón asustado que mira para todos lados antes de moverse por la calle.

1 comentario:

Yo y otro Yo dijo...

Hola!
Buena descripción de un momento extraño, incomodo y a su vez con un toque de tolerancia que tiende a perderse en Buenos Aires.
Nos gusto bastante tu Blog.
Te seguiremos leyendo.
Chaus.
Merlin