martes, 14 de agosto de 2007

Obviedades


Es muy poca la gente que lo admite abiertamente. Si uno se para a preguntar, resulta que, pertenezcan al credo que fuere, crean o no en Dios, en Alá, la astrología, los ovnis o en la inutilidad de todo, hablando todos se ríen de los gatos negros. Pero después pasan cosas como ésta: la calzada ya reducida por el puesto de diarios, y la nefasta escalera. Entonces resulta ser que con la yeta no se jode. Aún en plena Pellegrini, pleno mediodía, pleno apuro porque se termina el horario para buscar rápido algo que comer o pescar ese bondi que lleve a casa. No importa. Se puede pasar cruzándose adelante de cuatro viejas, correr o caminar al paso más apretado imaginable, pero si hay que esperar medio minuto para no pasar por abajo de la escalera de aluminio, se espera. No es que pareciera particularmente propensa a caerse, ni que hubiera un tacho de pintura amenazante en el borde, no.
Y en alguna parte las brujas se ríen, o llaman con un gesto vago y una mirada fija que presagian la estafa en los parques, ahí donde las palabras vagas y metafóricas de los vates siguen teniendo sentido, y el destino puede ser marcado por el sentido de las cornejas.

1 comentario:

ionito dijo...

Y de ultima no reniego de la creencia, me parece bien que cada uno con su dios y con sus mambos. Ahora lo que me jode es la falta de masoquistas.
El mundo podria estar mejor si la gente propagara el automal.
si señor