sábado, 19 de mayo de 2012

Y quién se hace cargo de los platos sucios.


(En respuesta a esta entrada en el blog de Cecilia Pavón)


Hace tres meses que estoy buscando un libro y no lo encuentro.
No es un libro puntual, sólo tiene que tener tres características: lo tiene que haber escrito una argentina de menos de 40 años, tiene que ser narrativa, y no tiene que ser realista (en el sentido de modalidad representativa, no de corriente estética).
No voy a explicar los motivos de la búsqueda (sería largo y ombliguista), y esto no es un estudio formal, sino un vagabundeo interminable por librerías, que termina siempre, para alivio de mi bolsillo no financiado, en esperanzas rotas.
Noto que todo lo que encuentro publicado por chicas de menos de 40 en Argentina parece ser poesía, y que discurre casi exclusivamente sobre los eventos más elementales de la vida cotidiana (la casa, la cocina, la familia, las charlas con amigas, las relaciones de pareja). En narrativa, vengo encontrando un nombre femenino cada veinte masculinos (en poesía es mitad y mitad). Ese nombre femenino la mitad de las veces corresponde a alguien que pasa sobradamente los sesenta. La otra mitad, es narrativa que roza la poesía de cerca. Y habla sobre la casa, la cocina, la familia, las charlas con amigas, la pareja.
Miro una tapa de Cosmopolitan, Para Tí y Susana en el kiosko de diarios. La casa, la cocina, la familia, las charlas con amigas, la pareja.
(A Joanne Rowling, cuando no la conocía nadie, la publicaron como J.K. Rowling porque era mujer. De hecho, se tuvo que inventar una segunda inicial ad hoc, porque no tiene segundo nombre. Una inicial sola quedaba fea, ¿y quién iba a comprar las fantasías de una mujer?)
(Silvina Ocampo era bastante mejor cuentista que Bioy Casares. Pero a ella nadie la lee. Su marido tiene una calle a su nombre en Recoleta)
A veces me da la sensación de que los criterios el mercado editorial no está demasiado lejos de las nefastas revistas femeninas. O es eso, o una mayoría abrumadora de las muchachas que escriben (no creo, no quiero creer) compran ese discurso. Sé agradable, no levantes la voz. Si la levantás, es porque estás premenstrual, o sos una loca, y merecés que se rían de vos, así que mejor que no haya dudas de que estás histérica. Por sobre todas las cosas no se te ocurra tener imaginación. La imaginación es cosa de hombres. La mujer que investiga su imaginación es un monstruo peligroso. La que no vuela es más manejable.
No desmerezco el trabajo de esos nombres femeninos (algunas son escritoras de calidad, en las mismas proporciones escasas en las que se encuentran escritores masculinos de calidad) en los estantes que no cumplían con lo que determiné en una búsqueda, en sí, de voces femeninas que pudieran dialogar un poco conmigo en un momento en el que me siento un poco ahogada bajo el peso de los cuerpos de muchos hombres viejos o muertos. De hecho, calculo que eventualmente voy a encontrar lo que busco, y las chances de que esté bueno serán iguales a las de que cualquier libro elegido al azar valga la pena. Pero se me da por preguntarme por el origen de ese hiato.
Descreo de los argumentos biologicistas, naciste mujer, estás programada para servir, y para emocionarte de puertas adentro. Siempre de puertas adentro.
Salir de la casa no es la ironía y la distancia.
Y, hablando de monedas culturales, parece que, además, los viajes imaginarios están bastante depreciados.
Sólo se puede soñar con dragones para distraer la cabeza en Hollywood. Guilty pleasures.
En mundos en los que las chicas son todas hermosas.
Como en una tapa de Cosmo.

3 comentarios:

María Virginia Gallo dijo...

Me encantó tu post. Conocí a Silvina Ocampo a través de mi fanatismo por Cortázar, una profesora de literatura (de cuando estudiaba cine) me la recomendó. Llegué a su obra lateralmente porque como vos bien decís, el reconocimiento es predominante masculino.
Copio a continuación los detalles de la investigación del periodista Eduardo Guzmán: “Mi trabajo se centró en Adn, Ñ y Radar; y los libros que se reseñan o se presentan en entrevista en sus páginas. El resultado más llamativo que obtuve de una base de datos que armé con seis números de cada suplemento (publicados entre el 30 de septiembre y el 6 de noviembre) fue que, de casi 150 libros, sólo el 25% eran de escritoras mujeres, mientras que, al mismo tiempo, quienes escribían los textos eran hombres en casi un 80%.” Ver: http://www.perfil.com/ediciones/2011/12/edicion_636/contenidos/noticia_0005.html
Coincido con lo que sostenés acerca de las revistas femeninas. Las he leído y sentí que me trataban de idiota (diciéndome qué hacer y cómo), subestimándome como mujer y utilizando estereotipos retrógrados. Me encantó que analices la transposición de ese estereotipo al mercado editorial.

Saludos

PD: Aquí un poema de Susana Thénon

No

Me niego a ser poseída
por palabras, por jaulas,
por geometrías abyectas.
Me niego a ser
encasillada,
rota,
absorbida.
Sólo yo sé como destruirme,
cómo golpear mi cabeza
contra la cabeza del cielo,
cómo cortar mis manos y sentirlas de noche
creciéndome hacia adentro.
Me niego a recibir esta muerte,
este dolor,
estos planes tramados, inconmovibles.
Sólo yo conozco el dolor
que lleva mi nombre
y sólo yo conozco la casa de mi muerte.

Lupe dijo...

Gracias por el aporte!

Anónimo dijo...

Lupe, gracias por volver a publicar. No se me hubiese ocurrido responder de blog a blog, pero ya está hecho… mirá:

http://wp.me/p1hnMy-ah

Es un poco caótico, lo sé, pero diré en mi defensa que se trata de mantener ese aire poco premeditado, casi irracional de los diálogos en comments, que a mí no me desagradan tanto. =)

Abrazo!