viernes, 10 de octubre de 2008

Esto pasa cuando se supone que haga algo relativamente urgente

pero enormemente aburrido.


En una larga cadena de links, terminé colgándome con este jueguito. Debe haber unos cuantos, sé que mi ignorancia en materia de videojuegos es enorme. Pero ver algo tan decididamente bonito para jugar online no me había pasado nunca.
El juego en sí (de nombre Samorost, tiene dos versiones) se juega por point-and-click y tiene algo de naïf, de mutación rara, enormemente estetizada (y despojada de la moralina educativa barata), de lo que eran los juegos didácticos para chicos en pc allá lejos y en los noventa, esos tiempos extraños en los que tener una computadora en casa no era para cualquiera, y los juegos para adolescentes/adultos que podían encontrarse en una de las de un colegio privado católico de medio pelo no pasaban del Minesweeper. Razón por la cual todas las muchachas del mío nos solíamos colgar con los juegos para más chicos, que al menos eran bonitos.
Nunca faltaba la que abría el Factory y perdía todo el tiempo, por cierto.


El resultado visualmente recuerda un poco a El Viaje de Chihiro (todavía más, por lo que vi, en otro juego de la misma gente que no sale hasta el año que viene), con un enorme grado de detalle puramente esteticista, pero que no intenta crear una realidad alterna, sino más bien la ilusión de lo artesanal, del dibujo a lápiz.
De la experiencia misma de jugarlo, bueno, requiere una dosis grande de paciencia (o aburrimiento) y de tiempo que espero tener en otro momento.

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