miércoles, 31 de diciembre de 2008

De paso


Esta tarde - Colectivo 124 por Corrientes

domingo, 28 de diciembre de 2008

Pseudoreseñas

Cees Nooteboom - El día de todas las almas


Perdonen la imagen, que contra mi propia imposición a la estética de este blog es una standard. Le presté mi ejemplar a un amigo casi apenas lo terminé, así que no pude sacar una foto propia.
Lo que también me pone en una situación para mí un tanto incómoda, que es la de comentar un texto que no tengo a mano.
De todos modos, hay unas cuantas cosas que quiero y puedo decir.
Es un relato extremadamente bien construido, de esas narraciones prolijas y cuidadas hasta en el más mínimo detalle: las caracterizaciones son impecables, la economía del relato es perfecta, la división en capítulos toma una naturalidad asombrosa y hasta los fragmentos de coro, destinados a un espacio metaliterario que recuerda constantemente el artificio de la ficción, funcionan perfecto, contra todo lo esperable en un recurso así. Por cierto, esa fue una sensación recurrente en la lectura, el pensar "este tipo de recurso normalmente sale mal, es todo lo que uno aborrece en algo escrito por alguien que conoce cierto canon académico y que trata de ser original; y sin embargo acá funciona bárbaro". Uno llega a perdonarle incluso sus actos fallidos de liberalista eurocéntrico. 
Dudé mucho sobre si hablar o no del relato en sí. Es una de esas pocas novelas con las que es casi imposible no crear una suerte de lazo afectivo. Leerla, entrar en el pacto de lectura, significa sufrirla con los personajes, quererlos a todos un poco, a Arthur que arrastra por toda Europa su cámara y sus muertos, a Arno con su cuelgue crónico, a Zenobia con su nube oscura arriba de la cabeza, a Elik que ahoga sus fantasmas en la preparación de una tesis de doctorado... En fin. 
Es, en total, una novela muy disfrutable; vale la pena hacer una vaquita con un amigo (está editada por Siruela, lamentablemente) para leerla, o secuestrarla de la biblioteca de alguno que la tenga.
(Quedo en deuda con Stefan, el amigo que me la regaló hace más bien poco)


Nicolás Saraintaris - Lógica germinal

Esta me llegó hace una semana, por gentileza del autor.
(Esa foto la pude sacar nada más porque me desvelé, son las seis de la mañana y a mi perro a esta hora le puede pasar un camión de Cliba tocando bocina y lleno de huesos a cinco centímetros de su cabecita que no se inmuta)

Vengo de comentar una novela que trabaja desde cierto compromiso emocional. Bien, ésta en ese sentido es su contrario, es sobre todo una novela del desapego. Con un lenguaje obsesivo y reconcentrado en sí mismo, con una motivación de los acontecimientos que más de una vez recuerda el método de composición del Locus Solus de Raymond Roussel, en franca disonancia con un escenario salvajemente burlesco, con un personaje principal mezquino y poco hábil para mantener una imagen coherente de su realidad por mucho tiempo, Lógica Germinal llama a ser leído desde una aséptica distancia humorística. 
A modo de revés absurdo de una novela de Chase, Poroto/Renièr Gaut/Bean es un parásito al que todo parece salirle absurdamente bien en un mundo controlado a base de crímenes atroces pero sin ninguna importancia. El relato se mueve vertiginosamente entre situaciones cómicas que parecen sólo poder llevar al desastre, que buscan despertar el morbo de seguir leyendo para ver qué tan ruidosa va a ser la caída del antihéroe. Y mejor no digo más, que es uno de esos libros que sólo se pueden comentar cabalmente de atrás para adelante. Como toda novela policial que se precie.
Los invito a hacerlo y sacar sus conclusiones propias, entonces, sin que se las de yo masticadas, que es entretenida, se lee rápido y no está publicada por la reina de las editoriales caras como la otra.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Asado violento

Algo que un amigo me hizo escuchar hoy


martes, 23 de diciembre de 2008

áspero hueco áspero viento áspero
paso tacos zapatillas sandalias botas
áspera canción áspera espera áspera
caminata calles que nunca viste


me estaba acostumbrando demasiado
a adivinar tu presencia suave en mi espacio

viernes, 19 de diciembre de 2008

Aire

Se me ocurren dos analogías parecidas, las dos ligadas a los medios de transporte: lo que se siente en el momento en el que un avión después de carretear un rato finalmente se desprende del suelo, o cuando luego de pasar en auto por un túnel o de una calle muy angosta y edificada se sale de golpe a toda velocidad a un espacio muy abierto, la 9 de Julio por ejemplo. El movimiento sigue, pero está de todas formas el vértigo repentino provocado por la vibración que desaparece, o por la luz repentina y el ruido que de repente tiene un espacio mayor para perderse y mezclarse promiscuo con otros ruidos.
Hoy, el día después de mi último final presencial, miraba a la mañana (antes de salir a mi último día de trabajo de este año) mi estante de abajo tratando de elegir el primero de los libros que voy a leer en estas breves vacaciones que me voy a tomar hasta enero. La decisión de no tocar nada de bibliografía relacionada con las cuatro monografías que debo y que planeo tratar de escribir este verano (la de Siglo XIX, sobre Dickens, la del seminario de Cerrato sobre Beckett, la del de Vedda del cuatrimestre pasado, sobre Bram Stoker y Anne Rice, y la del de Artal sobre Chrétien de Troyes) limitaba bastante las opciones y a la vez las abría. Las dos semanas de vacaciones significan no tener que sentirme culpable por leer algo porque nada más se me da la regalada gana. No tener que leer con el límite de bueno, una hora más y me pongo con el apunte de Bowra sobre el ideal estoico en Virgilio, por ejemplo. Un poco por azar (había quedado separado del resto, no recuerdo por qué) fue a parar a mi morral el Libro de Apolonio. Tengo buenas chances de terminarlo entre hoy y mañana, para volver a repetir la escena de disponer de los pocos días que tengo para leer bibliografía no inmediatamente necesaria.
Valga este post mediocre a modo de ejercicio para desherrumbrar un poco las manos, demasiado entumecidas de lenguaje académico, antes de retomar de una buena vez la escritura de ficción, como se debe.


miércoles, 17 de diciembre de 2008

rumoresque senum severiorum omnes unius aestimemus assis

Definitivamente debería leer un poco más a Catulo. 


Y sí, creo que después de cómo me salvó la vida hoy en el final de Latín me siento un tanto en deuda.

sábado, 13 de diciembre de 2008

¿Hace falta excusa?

.

Vinícius de Moraes con Maria Creuza y Toquinho





Berimbau - Consolação


(para bajarlo, click en la punta derecha del reproductor, ya saben)

Neitherland




Puerto Madero - Esta tarde

martes, 9 de diciembre de 2008

Meet the Flintstones

Y estos son los despojos de la era cassette. Los originales son antiguos (y alguna vez ajenos, yo era de las condenadas al truchaje a doble cassettera o, en tiempos más modernos, desde cd), y la enorme cantidad de tdks y afines es más bien moderna. Algunos de esos son apenas anteriores a mi paso a la era del mp3.
El grabadorcito lo compré en 2002, para que un amigo me grabara las clases de Panesi cuando no podía ir. Que era lo normal, yo cursaba el profesorado de portugués en ese horario. Lo usé poquito desde entonces. Creo que, de hecho, tengo todavía alguna vieja clase fósil de Delfina Muschietti por ahí.
Entrar en ese cajón implica, además de una lucha cuerpo a cuerpo con un ejército de ácaros y otras ínfimas alimañas, y de paso reencontrarse con algunos gustos antiguos. Era la época en la que no tener plata para comprar música significaba necesariamente depender de convencer a mi hermana de que quería adquirir (o bajar, el último tiempo, en un momento en el que un download llevaba como una semana) lo que yo tenía ganas de escuchar, o en su defecto conseguir préstamos y grabaciones de amigos. Estrategias que no siempre funcionaban, con lo cual las posibilidades de ampliar la colección musical eran ínfimas, y ni hablar de salirse de lo estrictamente mainstream.
Mientras escucho una selección de temas chica, las 18 horas y pico que ocupan mis canciones favoritas de entre las que tengo en el disco duro (la última vez que abrí la lista general eran unas increíbles 260 horas), vuelvo a preguntarme otra vez por qué no tiro todas esas cintas. Miro. Le saco una foto al cajoncito para el blog. Vuelvo a mirar. Ni siquiera tengo en donde escucharlos, ese walkman anda pésimo, se traba, engancha, patina. Y la cassettera de mi equipo de música murió hace mucho. Queda un pasacassette chico, mono, con un sonido deplorable, que creo que está en el departamento de mi hermana, para dar clases de inglés. Que alguna vez guardé para llevar música a otras partes, pero la verdad que se escucha bastante peor que mi mp3 conectado a los parlantes viejos de mi PC.
Vuelvo a mirar.
Ordenaditos, calladitos, cargados de polvo, menguando lentamente cada vez que algún amigo de mi vieja con pasacassette en el auto se lleva algo.
Cierro el cajón.

domingo, 7 de diciembre de 2008

en alguna de estas veredas
encontrar
ese manojo de llaves
que perdiste anoche en sueños

viernes, 5 de diciembre de 2008

jueves, 4 de diciembre de 2008

Tal vez sean demasiados los escritores mediocres que devienen poetas porque es más sencillo esconder en verso una atroz falta de sentido del humor.