jueves, 15 de enero de 2009

Carbonero con Arroz

Come to me. Just listen to me. Don't leave me alone
(Lestat en la introducción a Memnoch de Devil - Anne Rice)

Un punto de partida posible para el trabajo comparativo que estoy encarando es el valor de la palabra del vampiro. 
Hay un elemento formal (tal vez el único) en común, muy básico entre la vieja novela de Stoker y las Vampire Chronicles: el hecho de tratarse de relatos en primera persona. La gran diferencia radica en que en Dracula el testimonio que sistemáticamente se nos niega es la palabra del vampiro, que normalmente aparece como discurso indirecto, que nunca toma la narración. En las narraciones de Anne Rice son los inmortales los que acaparan la palabra.
Una pista de hacia dónde puede apuntar esto son los momentos en los que las voces chupasangres se infiltran en la narración de Stoker. En este punto es fundamental el papel de Mina Harker en la segunda mitad de la novela, cuando es ya en parte vampiro. Desde que Dracula la fuerza a beber su sangre la palabra de Mina pasa a ser a la vez importantísima y digna de sospecha. 
Es que el valor por excelencia de la palabra del vampiro en Dracula, contra mucho de lo que se ha tratado de leer, es fundamentalmente disuasivo. Aún cuando no quiere serlo. lo que dice y pide se torna digno de sospecha y repulsión, y por medio de la intimidad con el vampiro, del contacto con su discurso y su sangre, surge una profunda repulsión. Harker en el castillo, sin saber con qué trata, hace todo menos lo que el conde le pide, a no ser que esté bajo amenaza y vigilancia; Lucy, algo vampírica de antemano, muere previniendo a los demás entre sentimientos de culpa; y Renfield, que era el candidato perfecto para convertirse en un siervo fiel del monstruo, a último momento, charlas mediante, lo traiciona, previene (si bien inútilmente) a quienes lo combaten sobre sus próximos movimientos, y muere luchando contra él.
Y Mina no hace sino lamentarse, declararse "unclean", mientras ni su marido confía en ella.
En este punto parece que la mayor derrota de Dracula es discursiva: el conde es incapaz de convencer a absolutamente nadie de que ser inmortal puede llegar a valer la pena.
Es exactamente lo contrario a lo que pasa en las Vampire Chronicles. Interview with the Vampire nos presenta a una suerte de contraparte de Mina Harker: si ella era una humana que era demasiado vampiresa para su grupo de mortales en la misión de limpiar el mundo, Louis, también narrador, es un vampiro que es demasiado humano para su especie. Él comparte la repulsión de Mina por su conversión, pero no por eso se dedica a buscar humanidad, sino más bien todo lo contrario. 
Y el valor de su palabra es exactamente contrario: por demostrar lo que es todo lo que dice es tenido en estima, y no importa cuánto intente disuadir al joven periodista de buscar la inmortalidad, que lo primero que él hará cuando Louis se vaya será correr, debilitado por una chupadita que lo podría haber matado, a buscar a Lestat.
Un punto de enlace (que probablemente no use) parecen marcarlo las adaptaciones de Dracula para la pantalla grande, donde el vampiro es seductor y habla, habla bastante. Algo que Hollywood adaptó enseguida y mantuvo así fue la figura de Renfield: de ser un loco que se vuelve cuerdo cuando casualmente confronta una manifestación empírica de su locura, que se disuade de buscar la inmortalidad en el consumo de vida cuando entra verdaderamente en trato con esa clase de inmortal, pasa a ser alguien a quien el vampiro sedujo. En la Dracula de 1931 es Renfield, no Harker, el que visita el castillo, y es seducido hasta la locura al servicio del vamp Lugosi (que nos acompaña como chupasangre de la semana). Y si bien habla de más, bastante de más, sólo se quiebra realmente a último momento, en una de las tantas escenas forzadas de la película, ante la dramática escena del vampiro que se roba a la muchacha linda en sus narices.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hey!

cómo va tanto tiempo...

justo el de Stoker lo tengo hace rato y nunc alo leí,me lo llevo a mis vacaciones, en verdad para leerlo en el avión.

beso!

Chuc.